Hablan los veteranos de la guerra de Iraq
“¿Qué hemos hecho?” Mientras la sangre de soldados de EEUU sigue anegando las tórridas arenas de Irak: por lo menos 27 soldados estadounidenses muertos, y el nivel de aprobación de su manejo de la catástrofe iraquí desciende al nivel más bajo hasta ahora, un 38%, Mr. Bush comentó desde el confort de su rancho en Crawford, Texas: “Mantendremos la dirección, completaremos la tarea en Irak”.
A sólo un par de horas en coche de Dallas, en la Convención de Veteranos por la Paz en Dallas, estoy sentado en una sala llena de veteranos del actual atolladero.
Cuando preguntaron lo que diría a Mr. Bush si tuviera la oportunidad de hablar con él, Abdul Henderson, cabo de los Marines que sirvió en Irak de marzo hasta mayo de 2003, inhaló profundamente y dijo: “Serían dos golpes – uno se daría a él y el otro lo daría él al caer por tierra. Veo a ese tipo en el puesto más prestigioso del mundo y el tipo dice: “que se continúe”. ¿Un tipo al que jamás le han disparado, y que nunca ha visto a alguien sufriendo, dice “que se continúe”? Se comporta como un vaquero en un western… me revienta”.
Los otros veteranos que lo acompañan asienten mientras habla, sombrío… embargado por la cólera.
Uno de ellos, Alex Ryabov, cabo en una unidad de artillería que estuvo en Irak durante los tres primeros meses de la invasión, pidió un poco de tiempo para formular su respuesta a la misma pregunta.
“No creo que Bush se dé cuenta algún día cuántos millones de vidas han sido arruinadas por él y sus lacayos en su busca de dinero, codicia y poder”, dice. “Dar por sentado el patriotismo del pueblo estadounidense… el hecho de que haya gente (su administración) dispuesta a inventar excusas para continuar matando y mutilando a la juventud de EE.UU. y arruinar a innumerables familias… y que continúen haciéndolo con una sonrisa en la cara.”
Después de respirar a fondo para tranquilizarse, sigue como si se dirigiera a Bush directamente: “Usted tiene que renunciar, tomar los miles de millones de dólares que ha ganado con la sangre y el sudor de los soldados de EE.UU… todos los sufrimientos que nos ha causado, y colocar esos miles de millones de dólares en el VA (Departamento de Asuntos de los Veteranos, N.d.T.) para que se ocupen de los hombres y mujeres que usted envió a que los masacraran. Pero todos esos miles de millones no bastan ni siquiera para tratar de compensar a todos los que han sido afectados por todo esto”.
Estos nuevos refuerzos para Veteranos por la Paz viven a diario la declaración de intención de la organización, al comprometerse a trabajar con otros hacia el aumento de la conciencia pública de los costes de la guerra, a trabajar para impedir que el gobierno intervenga abierta y clandestinamente en los asuntos internos de otras naciones, y para que se haga justicia a los veteranos y a las víctimas de la guerra, entre otros objetivos.
Escribo furiosamente durante tres horas, trato de reflejar las historias que cada uno de estos hombres comparte… las atrocidades que vieron, y cometieron, mientras estuvieron en Irak.
Camilo Mejía, sargento del ejército que fue sentenciado a un año en la prisión militar en mayo de 2004 por negarse a volver a Irak después de un permiso en casa, habla abiertamente sobre lo que hizo:
“Todo se resume en expiación por lo que se hizo allá. Yo obligaba a ambulancias a dar media vuelta cuando iban a los hospitales. Yo maté a civiles, yo torturé a muchachos… Y me avergüenzo. Una vez que uno está allá, no tiene nada que ver con política… tiene que ver con que uno está allá como individuo y mata a gente sin motivo. No tiene sentido, y ahora me avergüenzo de mí mismo por haber hecho esas cosas. Me decía todo el tiempo que estaba allí por mis compañeros. Era un razonamiento débil… porque me callaba y hacía mi tarea.”
Mejía luego habla sinceramente sobre el motivo por el que se negó a volver:
“Recién lo sentí al volver a casa – lo equivocado de todo el asunto y que fui un cobarde al dejar de lado mis principios. Estoy tratando de recuperar el camino al cielo… y no es tanto por lo que hice, sino de lo que no hice por impedirlo mientras estuve allí. Así que ahora es una manera de intentar de deshacer el mal que hicimos allá. Por eso estoy hablando y no volveré. Es un proceso doloroso y tenemos que pasar por él.”
Camilo Mejía pasó a subrayar rápidamente el éxito de su organización y de sus compañeros. “Cuando volví a Irak en octubre de 2003, el Pentágono dijo que había 22 desertores. Cinco meses después eran 500, y cuando salí de la prisión la cifra era de 5.000. Esas son cifras del Pentágono sobre el ejército. Dos cosas son importantes en este caso – la cifra aumentó de 500 a 5.000 en 11 meses, son las cifras del Pentágono”.
Aunque las fuerzas armadas no logran cumplir con sus objetivos de reclutamiento en ningún terreno y el desastre en Irak cae aún más profundo en el caos con cada día que pasa, constituye poco consuelo para estos hombres que han pagado el precio que tuvieron que pagar para estar en esta convención. Siguen pagándolo, pero al mismo tiempo se mantienen firmes en su decisión de terminar con la ocupación de Irak y ayudar a sus compañeros soldados.
Ryabov comienza entonces a hablar de cuando su unidad disparó proyectiles de artillería equivocados que cayeron entre 5 y 10 kilómetros de su objetivo.
“No tenemos la menor idea de dónde cayeron esos proyectiles, o qué impactaron”, dice tranquilamente, mientras dos hombres sujetan sus cabezas entre sus manos. “Ahora hemos llegado a comprenderlo y tratamos de educar a la gente para impedir que pase por lo mismo”.
Después de hablar del uso de munición de uranio: Ryabov dijo que 300 toneladas fueron disparadas en la Guerra del Golfo de 1991, y más de 2.200 toneladas han sido utilizadas hasta ahora en la actual guerra, agrega: “Nos colocaron en un país extranjero a disparar artillería y a matar gente… y no debería haber ocurrido jamás, para comenzar. Es difícil decir con palabras toda la tragedia del asunto – la muerte y el sufrimiento de ambos lados. Siento que se ha cometido una grave injusticia y trato de corregirla. Uno hace todas estas cosas y vuelve y piensa: “¿qué hemos hecho?”. Simplemente pasamos al lado de un hombre iraquí con un tiro en su muslo y dos individuos junto a él agitando banderas blancas… probablemente se desangró”.
Harvey Tharp que se encuentra sentado entre nosotros sirvió en Kirkuk. Su actividad a cargo de algunos proyectos de reconstrucción en el norte de Irak le permitió formar numerosas amistades estrechas con iraquíes… algo que le lleva a pedirme que informe a más gente sobre la generosa cultura del pueblo iraquí. Sus amistades evidentemente hicieron que la guerra lo tocara de mucho más cerca.
“Lo que concluí el verano pasado cuando estaba esperando que me transfirieran a la NSA (Agencia Nacional de Seguridad, N.d.T.) no fue sólo que nuestras razones para estar allí eran mentiras, sino que simplemente no estábamos allí para ayudar a los iraquíes. Así que en noviembre de 2004 dije a mi comandante que no podía seguir participando. Me habrían enviado a Faluya, y me iba a ordenar que hiciera mi trabajo. También decidí no volver porque el lanzamiento de bombas en áreas urbanas como Faluya constituye una violación de las leyes de la guerra por la casi certeza de daños colaterales. Para mí, al ver la plena humanidad de los iraquíes llegué a comprender que no podía participar en esas operaciones.”
Tharp continúa diciendo que cree que aún hay veteranos de Vietnam que piensan que fue una guerra necesaria y agrega: “Pienso que es porque al creer que fue justificada pretenden ahuyentar los malos espíritus… es su mecanismo para sobrellevarlo. Nosotros, como estadounidenses, tenemos que confrontar la verdad totalmente obvia de que todo se debió a una mentira. La denunciamos porque tenemos que hacerlo. Queremos ayudar a otros veteranos a contar su historia a otros veteranos… para que la gente no se emborrache hasta la muerte”.
Cuando le preguntan lo que diría a Mr. Bush si tuviera un instante con él, también toma su tiempo para reflexionar y dice: “Es obvio que la clase media estadounidense comienza a volverse contra esta guerra y en contra suya… con mucha razón. Lo único que me imagino que podría detener esta inevitable caída que usted se merece, es otro 11-S u otra guerra contra, digamos, Irán. Lo que estoy tratando de hacer es encontrar una posición que los estadounidenses puedan adoptar en contra suya, pero pienso que la gente está dispuesta a decir ‘no se atreva a hacernos esto una vez más’. Mi mensaje al pueblo estadounidense es el siguiente: ¿quieren una vuelta más con esta gente? Si no es así – el momento indicado para decirlo es ahora mismo”.
Los hombres aprovechan esta oportunidad para dar más detalles del motivo por el que se oponen a la ocupación ilegal y es difícil formular preguntas nuevas, ya que uno tras otro agrega su parte.
“No quería matar a otro ser sin motivo. Es eso”, agrega Henderson, “Combatíamos contra pequeñas localidades… uno ve a gente simplemente huyendo, coches que se van, individuos que se caen de sus bicicletas… era simplemente triste. Uno está ahí, sentado, mirando por sus prismáticos y ve casas estallando, y uno piensa: Dios mío, no tienen agua, viven en el tercer mundo, y nosotros simplemente los mandamos al infierno con nuestras bombas. Volamos los edificios, la metralla los destroza.”
Tharp se levanta de un salto y agrega: “Casi todo lo que mencionamos representa crímenes de guerra… crímenes de guerra porque son dirigidos por nuestro gobierno para proyectar su poder. Mi respuesta fácil para no ir es PTSD (Trastorno de Estrés Post- Traumático, N.d.T.)… pero la razón moral más profunda es que no quería estar involucrado en un crimen contra la humanidad”.
Entonces Ryabov agrega: “Nos metieron en un país extranjero a disparar artillería y matar gente… y no debería haber ocurrido en primer lugar. Es difícil definir con palabras toda la tragedia de la muerte y del sufrimiento de ambos lados. Siento que se ha cometido una grave injusticia y trato de corregirla. Uno hace todas estas cosas y vuelve y piensa: ¿qué hemos hecho?”
Michael Hoffman sirvió como cabo del Cuerpo de Marines que combatió en Tikrit y Bagdad, y desde entonces se convirtió en cofundador de Veteranos Contra la Guerra.
“Nadie quiere matar a otra persona y creo que fue por una mentira. Nadie quiere pensar que su servicio fue en vano”, dice Hoffman.
Su respuesta a lo que le diría a Mr. Bush es simple: “Lo miraría directo a los ojos y le preguntaría ‘¿por qué?’ Y no dejaría que se fuera y lo obligaría a responderme. Nunca tiene que ver con nosotros persona a persona. Lo desafío a hablar con cualquiera de nosotros de esa manera, de persona a persona, y que nos dé una respuesta”.
Hoffman agrega: “¿Y qué pasa con la niña iraquí de 3 años que ahora es huérfana y tendrá enfermedades y pesadillas durante el resto de su vida por lo que hicimos? Y la gente que organizó esto no tiene que pagar por nada. ¿Cuántas veces tendrán que pasar mis niños por algo semejante? Nuestra única alternativa es luchar en contra de esto y tratar de impedir que vuelva a suceder”.
Antes, ese mismo día, Mr. Bush había dicho: “No podemos dejar esta tarea a medio terminar, tenemos que llevarla a su fin”.
Sin embargo, Charlie Anderson, otro veterano de Irak, usa palabras contundentes cuando se refiere a Bush. Después de discutir como la radiación ambiente en Bagdad es ahora cinco veces el nivel normal – el equivalente de sufrir 3 rayos X pectorales por hora, dijo: “No se trata de accidentes – el DU (siglas en inglés para uranio empobrecido, N.d.T.) – es importante que la gente lo comprenda – el uso de DU y sus efectos son intencionales. Son incidentes cuidadosamente preparados y orquestados”.
Mientras todo el grupo asiente y dos soldados más se levantan para estrechar su mano, Anderson dice con firmeza: “Ustedes nos subvirtieron, destruyeron nuestras vidas, ustedes tienen una deuda con nosotros. Quiero ver su renuncia en mis manos en los próximos cinco minutos. Váyase al diablo, Georgie.”
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